Liderazgo femenino: impacto en cualquier organización. Por Itzeel Gutiérrez.
La presencia de mujeres en los equipos directivos conlleva por lo general un mayor compromiso social y un estilo de liderazgo más participativo. El análisis de su impacto en las empresas cooperativas, con unas características organizativas y de propósito específicas, permiten ver cómo su influencia refleja una mayor motivación y mejores resultados. Uno de los beneficios es el incremento de las medidas de conciliación, lo que puede suponer un motivo de desarrollo para cualquier región al aumentar la calidad de vida de las familias.
La presencia de mujeres en los equipos directivos conlleva por lo general un mayor compromiso social y un estilo de liderazgo más participativo. El análisis de su impacto en las empresas cooperativas, con unas características organizativas y de propósito específicas, permiten ver cómo su influencia refleja una mayor motivación y mejores resultados. Uno de los beneficios es el incremento de las medidas de conciliación, lo que puede suponer un motivo de desarrollo para cualquier región al aumentar la calidad de vida de las familias.
El emprendimiento femenino y la presencia de mujeres en los equipos directivos influyen positivamente en las motivaciones sociales, así como en los logros de las organizaciones. Además, con ellas las empresas son más proclives a fomentar políticas favorables de conciliación. Esta afirmación es más propia de un nuevo contexto emprendedor cooperativo que de la empresa tradicional. De hecho, estas compañías de base comunitaria se han convertido en los principales instrumentos para el empoderamiento de la mujer.
Este crecimiento del desarrollo de capacidades será mayor si se impulsa este ecosistema emprendedor a nivel colectivo, sin buscar heroínas individuales en el mundo de los negocios. Desde el punto de vista participativo, las decisiones de las nuevas emprendedoras tienen un mayor impacto e influencia en la marcha de las actividades que en las empresas de corte clásico. Así lo atestigua un estudio de investigación, que ha demostrado que hay zonas y ejemplos en el mundo en los que se desarrolla esta dinámica. Por tanto, uno de los retos actuales para el liderazgo femenino consiste en que su influencia sea más palpable en equipos directivos mixtos. Las cooperativas representan la mejor oportunidad para conseguir ese objetivo.
Una percepción y una sensibilidad distintas
Un mayor poder de decisión podría favorecer una nueva orientación estratégica respecto a un plan diseñado por un equipo exclusivamente masculino. Quizá el primer aspecto susceptible de cambio serían las políticas de recursos humanos, más encaminadas hacia la conciliación con la vida familiar. No en vano, se ha concluido en diversos estudios que las mujeres empresarias optarían por mantener un equilibrio entre el trabajo y la familia, llegando a retrasar por ello un posible crecimiento empresarial. Del mismo modo, los datos muestran que el género de una organización influye en sus objetivos, ganando peso el componente social entre sus principales desafíos. Son sensibilidades distintas respecto a las de los hombres que también trascienden a otros aspectos, como el cuidado del medioambiente o la ética en las operaciones.
Atendiendo a este perfil y dada la brecha de igualdad en las empresas tradicionales, parece evidente que la fórmula de la cooperativa encaja mejor para el liderazgo femenino. La idiosincrasia de estas sociedades parece estar alineada con el estilo de gestión de las mujeres, al darse un espíritu empresarial colectivo y con la participación de la comunidad en la toma de decisiones. Además, el movimiento cooperativista se ajusta más a los objetivos y la estrategia de crecimiento común y de lucha contra la desigualdad social.
Incidencia en lo social
Atendiendo a estos aspectos, queda claro que una mayor presencia de la mujer en la dirección de empresas cooperativas daría lugar a una serie de impactos de índole social, ateniendo a la motivación y los logros conseguidos. Esta incidencia se traduce, por ejemplo, en la mayor participación de todos los miembros en la toma de decisiones, la ayuda a las personas dentro de la comunidad, la autogestión o el fomento de una mayor conciencia ambiental.
No obstante, sigue siendo complejo que aumente el número de directivas en este tipo de entidades, ya que las mujeres tienen que hacer frente a más conflictos que los hombres cuando se convierten en empresarias.
La maternidad o el matrimonio han sido, tradicionalmente, frenos que han dificultado el equilibrio empresarial y familiar para las mujeres, sin olvidar su responsabilidad en las tareas domésticas. Su rol como empresarias entra así en conflicto con otros roles. Obstáculos todos ellos que el propio liderazgo femenino está intentando solventar al implantarse un mayor número de políticas favorables a la conciliación.
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