Ahora es China, no EE.UU., la que defiende el libre comercio
Durante años en conferencias y cumbres, Estados Unidos presionó a China para que ofreciera una mayor apertura de mercados y se comprometiera con el libre comercio.
Pero ahora, en la víspera de la reunión entre el presidente Donald Trump con el líder chino Xi Jinping, es Beijing el que defiende el libre comercio y Estados Unidos el país de políticas impredecibles.
La aparente inversión de papeles se da a raíz del ascenso a la presidencia de Trump, quien ha trastocado las expectativas sobre qué es lo que Estados Unidos quiere, qué es lo que dice, y cómo se comporta en el escenario mundial.
En el Foro de Davos este año, fue Xi el que ofreció un discurso alabando las bondades del libre comercio. Y cuando Estados Unidos abandonó el acuerdo comercial de Asia y el Pacífico en enero, China intensificó sus gestiones para cortejar a los países de la región a que se sumen a su propio pacto comercial.
En contraste, Trump considera que el libre comercio es imposible a menos que asuma una postura más agresiva que sus predecesores. Por Twitter la semana pasada, mandó un mensaje vaticinando que sus reuniones con Xi el jueves y viernes serán «muy difíciles». Y advirtió que el déficit comercial que Estados Unidos tiene con China -de 347,000 millones de dólares el año pasado, casi el mitad del déficit comercial total de Estados Unidos- era inaceptable.
«El presidente Trump hizo campaña prometiendo medidas para reducir los déficits comerciales y combatir las prácticas de comercio desleal de China, y por lo tanto es obvio que tiene a China en la mira», dijo Myron Brilliant analista de la Cámara de Comercio de Estados Unidos.
Cuando era candidato, Trump amenazó con imponer aranceles de 45% contra los productos chinos como represalia por lo que consideró prácticas de comercio abusivas por parte de Beijing. El gobierno del país asiático dio a entender que tomaría represalias restringiendo la importación de bienes estadounidenses.
Lo cierto es que sea como sea que Estados Unidos y China resuelvan sus diferencias, es algo que tendrá repercusiones a nivel mundial. Si estalla una guerra comercial entre las dos principales potencias económicas del mundo -en combinación, suman casi 40% de la actividad económica mundial- perjudicaría el intercambio de bienes y socavaría el crecimiento económico de otros países.
Por PAUL WISEMAN, Associated Press-Washington