Cuatro razones por las que el coaching aumenta tus posibilidades laborales tras el COVID-19, por Israel Silva.
La pandemia del coronavirus ha revolucionado por completo el mundo empresarial. Además de un cambio en los hábitos y lugares de trabajo, surgen nuevos retos y dificultades a los que las empresas deben enfrentarse. Y, para ello, se requieren nuevas estrategias y enfoques, nuevos perfiles profesionales más completos si cabe, en los que la inteligencia emocional va a jugar un papel clave.
Como ya apuntan varios estudios (como el realizado por Ernst & Young España y Future For Work Institute), entre 2020 y 2022 las empresas apostarán por profesionales más capacitados y formados para ayudarlas a afrontar esta nueva era post COVID.
Más allá de formación y educación, y de las capacitaciones y conocimientos profesionales, hay una serie de cualidades o habilidades que las empresas empiezan a valorar de forma especial:
1. Más resilientes
Llamamos resiliencia a la cualidad que tiene el ser humano de sobreponerse a las situaciones de adversidad sin perder su capacidad para ser feliz. Afrontar los problemas o las dificultades es especialmente complicado en situaciones concretas, como puede ser una pandemia.
Un proceso de coaching nos ayuda a entrenarnos en este sentido, y mejorar nuestra capacidad para hacer frente a las adversidades, a convertirnos en personas más resilientes, también en el terreno profesional.
“A veces nos exponemos a situaciones realmente complicadas en nuestro entorno laboral, que pueden llegar a generar picos importantes de estrés y ansiedad. Aumentar nuestra capacidad de resiliencia nos ayudará a controlar esas situaciones límite, a no hundirnos ante un problema grave y poner nuestro foco en buscar soluciones, siempre con una actitud positiva”, asegura Teresa Zafra.
2. Más positivos y proactivos
Autoestima, autoconocimiento, independencia, empatía… Las empresas demandan un profesional más positivo, capaz de gestionar y controlar sus emociones y de tomar perspectiva de las posibles dificultades y conflictos que puedan surgir en el entorno laboral, aumentando su capacidad para superar barreras frente a posibles cambios.
¿Cómo trabajar todas estas habilidades para convertirse en ese candidato ideal que buscan las empresas? De nuevo, el coaching proporciona las herramientas y técnicas necesarias para ayudarnos a mejorar nuestra gestión emocional ante situaciones de estrés (ya sea por cambios organizativos, estratégicos, transformación digital o conflictos que se generan en el día a día laboral), y nos permite lograr una actitud personal y profesional más positiva y eficaz, que lleva a mejores resultados.
3. Mejores líderes
La idea del antiguo jefe del “ordeno y mando” ha pasado a la historia. La figura del líder tradicional deja paso al ‘líder constructivo’ o ‘líder coach’, con facilidad para manejar las relaciones interpersonales en el entorno laboral, de motivar al equipo, de fomentar la creatividad y el talento individual, de aprovechar y creer en las fortalezas de sus colaboradores…
“Se trata de un estilo de dirección diferente al tradicional, que se conoce como liderazgo constructivo. Y para abordar este proceso de reconversión de sus líderes, las empresas necesitan de las herramientas y técnicas que proporciona el coaching ejecutivo, cuyo objetivo principal se centra en lograr un cambio sostenido en el comportamiento de un ejecutivo, ya sea para la mejora de su rendimiento y/o mejora de su ambiente laboral. Mediante el coaching ejecutivo, se desarrollarán las habilidades de liderazgo desde un punto de vista positivo y constructivo”, asegura Teresa Zafra.
4. Más asertivos, mejores comunicadores
Otra de las habilidades fundamentales que se necesitan para desarrollar un buen liderazgo es la comunicación. Hoy las empresas demandan profesionales con capacidad para comunicarse de forma asertiva, con una mayor habilidad a la hora de expresar sus ideas, opiniones y emociones de manera firme y clara, en el momento justo y a la persona indicada. Y, al mismo tiempo, a este nuevo modelo de líder/directivo se le pide que domine la escucha activa, la clave de una buena comunicación (tanto a nivel personal como profesional).
Escuchar de forma activa es comprender lo que el otro nos dice desde su punto de vista, evitando juzgarle, algo que no siempre resulta sencillo si lo trasladamos sobre todo al ámbito laboral.
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