Gusanos muy comunes en las colmenas de abejas, conocidos normalmente como polilla de la cera o ‘Galleria mellonella’, tienen una capacidad prodigiosa para degradar el polietileno, uno de los plásticos más comunes y más resistentes a la descomposición, según ha descubierto y confirmado un equipo internacional con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Unas cuantas orugas colocadas sobre las típicas bolsas que se entregan en las tiendas, empiezan a hacer agujeros y en cuestión de horas acaban con una buena parte. “El objetivo no es tanto cultivar los gusanos de la cera, sino descubrir las bases moleculares del proceso y avanzar luego hacia algún producto industrial”, explica a este diario Federica Bertocchini, especialista del Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria, en Santander.

POR CASUALIDAD

Todo comenzó cuando Bertocchini, aficionada a la apicultura, observó que sus colmenas se plagaban de polillas. De hecho, esta especie que se alimenta de la cera y la miel de abeja es un auténtico azote para las explotaciones apícolas en toda Europa (las polillas ponen sus huevos dentro de las colmenas y las orugas crecen en un ambiente de cera de abeja). Bertocchini decidió retirar los gusanos y dejarlos en una bolsa de plástico mientras limpiaba las colmenas. Cuando volvió a la habitación las vio regadas por todas partes, se habían escapado de la bolsa a pesar de seguir cerrada. Fue como comprobó  que la bolsa estaba llena de agujeros. Solo había una explicación: las orugas los habían hecho y se habían escapado por ahí. En ese momento empezó el proyecto.

Fue así como  en colaboración con sus colegas Paolo Bombelli y Christopher Howe, de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, decidieron llevar a cabo un experimento cronometrado. Alrededor de un centenar de orugas ‘Galleria mellonella’ fueron colocadas en una bolsa de plástico, en 40 minutos empezaron a aparecer los agujeros,  12 horas después  hubo una clara reducción en la masa de plástico de la bolsa .