Selfies: Las hazañas más peligrosas por un like
Expertos en educación y salud mental encienden alertas, ya que se ha convertido en un riesgo principalmente para los jóvenes. Creen necesario comenzar campañas de prevención.
El número de heridos por retratarse protagonizando «la hazaña más peligrosa» ha despertado las alarmas de educadores y psicólogos, que ven detrás de esta moda de hacerse selfis extremos a unos jóvenes con una alta impulsividad, sin conciencia del riesgo y que en su foro interno se creen inmortales.
Fotos en azoteas de edificios abandonados, junto a las vías del tren, caminando sobre el techo de los vagones se están extendiendo en las redes sociales, en escenarios de Rusia, Estados Unidos, India, Pakistán o Perú, en los que ha habido que lamentar muertes.
Se exponen a cambio de un like
Y la moda ha llegado también a España y ya varios jóvenes han resultado heridos de distinta consideración por su deseo compulsivo de autorretratarse con el móvil en alguna escena de este tipo para luego plasmarla en las redes y obtener el mayor número de «me gusta» y comentarios y halagos sobre su «heroicidad».
Este mismo mes, un joven de 17 años que se hacía fotos con un amigo sobre un tren en la localidad madrileña de Coslada ha resultado herido grave al sufrir una descarga eléctrica y caerse desde uno de los vagones.
Cómo explican los psicólogos este comportamiento
Según Juan Castilla, psicólogo clínico, los jóvenes que se realizan estas «fotos autobiográficas no miden realmente las consecuencias de lo que están haciendo» y no lo hacen, entre otros motivos, porque «no tienen desarrollado una parte del cerebro que se llama el lóbulo frontal, que es el que controla el tema del riesgo».
«Al no tenerlo tan desarrollado como un adulto -hasta los 20 o 25 años no se termina de desarrollar este lóbulo, que es la parte más evolucionada del cerebro- no tienen conciencia real de los peligros», según el experto.
Pero además, cuando hacen un selfi de este tipo su capacidad de atención se reduce porque su visión se centra en la pantalla, no en el entorno global, y omiten otros estímulos que en algunos casos les podrían salvar la vida, según argumenta el psicólogo.
Uso patológico de las nuevas tecnologías
La pregunta es si este comportamiento esconde algún trastorno psicológico: una persona que hace un uso abusivo del selfi hace también un uso patológico de las nuevas tecnologías, según Castilla.
Alguien que sube más de cuatro «selfies» al día, independientemente del tipo que sean, según Castilla, «tiene un trastorno», una actitud «impulsiva, compulsiva y adictiva», que ve reforzada al momento por los ‘likes’ que recibe y le dan la aprobación social que necesita.
Para el psicólogo clínico Sergio García, experto en intervención social, «si una persona se hace una foto haciendo el pino en un rascacielos tiene una alta impulsividad y el principio de realidad alterado».
Lo tiene porque, según García, «se mueve más por el principio de placer, de la imagen, por el querer aparentar, por estar dentro de un circuito social en el que se siente sometido». Está más pendiente de agradar a los demás y de conseguir un impacto en ellos que de su propia seguridad y su propia vida.
«Estos nativos digitales están más pendientes de generar un impacto en los otros que de su seguridad porque además no perciben el peligro que se siente de adultos.
Necesitan controlar su imagen ante los demás
Se hacen la ‘fotografía perfecta’ para aparentar y competir por ‘me gustas’ porque se ven atraídos por la fama y se quieren convertir en estrellas de las redes sociales», explica García.
Las personas que abusan de los selfis necesitan controlar su imagen ante los demás, la que ellos quieren proyectar, no la que tienen realmente, y eso, según este psicólogo del gabinete Vallmen, les genera ansiedad.
García cree que es necesario comenzar a realizar campañas de prevención. Él da charlas en colegios e intenta acercarse a los chavales que abusan de las redes, de los «selfies», que sienten gusto por fotografiarse en situaciones de riesgo e intenta averiguar qué les pasa, cuál es la causa de su malestar y trabaja para ver qué otras cosas pueden hacer menos peligrosas.
EFE/SALUD/MUNDO/Belén Escudero