México ya es una potencia exportadora
Por MARK STEVENSON, Associated Press
MÉXICO (AP) — Si Estados Unidos impone un impuesto fronterizo a las importaciones de México, no van a ser solamente el tequila, la cerveza y los aguacates los que subirán de precio.
México es el mayor exportador mundial de refrigeradores y televisores de pantalla plana. Automóviles y camionetas como la Ram 1500, el Ford Fiesta y el Chevrolet Trax llenan las concesionarias en Estados Unidos. Moras, verduras y carne producidas al sur de la frontera abundan en los supermercados estadounidenses.
Es algo extraordinario para un país que, hasta finales de la década de 1980, básicamente sólo exportaba petróleo… una nación transformada por la adopción de la apertura en los mercados promovida por su vecino del norte.
“En sólo tres décadas pasamos de ser una economía que básicamente era exportadora de materias primas, sustentaba centralmente sus exportaciones en el petróleo: 80 por ciento de nuestras exportaciones eran petróleo”, dijo el presidente Enrique Peña Nieto esta semana en una ceremonia para promover los productos hechos en México. “Éramos, entonces, poco competitivos y difícilmente podíamos competir con los productos que aquí se producían”.
Peña Nieto tenía razón para jactarse: Aunque la producción mexicana de petróleo ha caído en forma constante, las importaciones estadounidenses de México aumentaron 638% desde 1993, justo antes de que entrara en vigor el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, de acuerdo con la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos.
Las principales importaciones estadounidenses de México en el 2015 incluyeron 74,000 millones de dólares en automóviles, camiones y otros vehículos; maquinaria eléctrica (63,000 millones); maquinaria (49,000 millones) e instrumentos médicos y ópticos (12,000 millones).
Aunque el beneficio en los precios para los consumidores estadounidenses es claro, los críticos se quejan de que el efecto sobre los trabajadores de ese país ha sido funesto. Un obrero sindicalizado en Estados Unidos puede ganar 58 dólares por hora en salario y prestaciones. En comparación, un trabajador en una planta ensambladora de autos en México gana poco más de 8 dólares por hora.
Uno de los éxitos más visibles ha sido la exportación agrícola a Estados Unidos, que totalizó 21.000 millones de dólares en el 2015, lo que hace de México el segundo mayor abastecedor de importaciones agrarias al país. La nación latinoamericana suministra 77% de los aguacates consumidos en Estados Unidos y una tercera parte de los tomates.
El clima de México y los salarios agrícolas extremadamente bajos le dan al país una enorme ventaja en muchos productos, y el expresidente Vicente Fox, cuya familia ha estado en el negocio de la agricultura desde hace mucho tiempo, ha mencionado la idea de exportar otro cultivo a Estados Unidos: la marihuana.
“Una vez que sea legítima y legal, claro. Yo soy agricultor, puedo hacerlo el día que sea legítimo y legal y esté aprobado como una industria”, afirmó.
Sin embargo, muchos de mexicanos se muestran indiferentes ante esos logros. En muchas de las categorías más exitosas — autos, aparatos electrodomésticos y minerales— las firmas dominantes son extranjeras, y gran cantidad de los componentes de productos que ensamblan en México son importados.
México aún hace poco del trabajo de investigación y diseño.
Pero los agricultores estadounidenses también se han beneficiado de la apertura comercial bajo el TLCAN, un acuerdo que el presidente estadounidense Donald Trump ha prometido renegociar.
“El acceso a los mercados bajo el TLCAN ha sido dinero caído del cielo para los granjeros, hacendados y procesadores de alimentos en Estados Unidos. Las exportaciones estadounidenses agrícolas y de alimentos a México y Canadá se han más que cuadruplicado, al crecer de 8.900 millones de dólares en 1993 a 38,600 millones en el 2015”, según escribieron en una carta en enero a Trump algunas de las principales compañías agrícolas estadounidenses.
Para México, cualquier impuesto fronterizo o cambio en el TLCAN tendría un efecto inmediato en los empleos, incluso en los sectores económicos tradicionales.
La plata, por ejemplo, es una exportación mexicana histórica, uno de los primeros productos que los conquistadores españoles enviaron a España.
México sigue siendo el mayor productor mundial de este mineral, aunque muchas de las minas son de propiedad extranjera y a muchas personas les preocupan los efectos que tienen sobre la tierra, los mantos acuíferos y los ríos.
Pero la minería — al igual que la agricultura y las ensambladoras — proveen salarios decentes para personas con poca educación, con frecuencia en estados mexicanos donde los trabajadores a menudo se veían forzados a emigrar.
Cualquier impuesto adicional pudiera afectar los empleos en estados que además pudieran tener que lidiar con el regreso de emigrantes si Trump cumple su promesa de aumentar las deportaciones.
Cuando el estado de Zacatecas aprobó un impuesto a las compañías mineras días antes este año, los trabajadores de las minas bloquearon caminos en protesta.
Esto “afecta directamente la producción y, por consiguiente, al empleo, en un momento muy crítico para el país y Zacatecas, una de las entidades que podrían ser las más afectadas en caso de cumplirse las amenazas de las deportaciones masivas anunciadas por Donald Trump”, afirmó Carlos Pavón Campos, líder de un sindicato minero.