Estrés postraumático, ¿cómo ayudar a niños y adultos?
No siempre los síntomas del estrés postraumático se notan de inmediato, a veces aparecen después de que ha pasado el shock inicial.
Los eventos traumáticos son aquellos que ocurren de una manera repentina y masiva, generando caos, angustia y confusión y se sienten amenazantes para la integridad física y psicológica de uno mismo o de los demás.
Los síntomas de un shock postraumático incluyen:
- Ansiedad intensa aunque ya no exista un peligro real.
- Pesadillas
- Dificultades para dormir
- Cambio en los patrones de alimentación (comer menos o más)
- Recordar constantemente imágenes o percepciones sobre el acontecimiento traumático.
- Sensación de un futuro desolador.
- Depresión
- Ideaciones suicidas
- En niños, juegos repetitivos que recrean el evento traumático.
Claudia Rodríguez Psicoterapeuta analítica nos brinda algunos consejos para ayudar a superar estos síntomas
En niños
- Es importante que si los padres están muy afectados, busquen a alguien cercano que cuide de los menores y les transmita seguridad.
- Permitirles que expresen sus preocupaciones, ideas y sentimientos sobre lo que acaban de vivir.
- No minimizar lo que dicen ni lo que sienten, más bien validarlos diciéndoles por ejemplo: “Estás inquieto porque te asustaste mucho, tal vez por eso no puedes dormir”, “Es normal que estés asustado, todos nos asustamos cuando pasan cosas así.”
- Hablar sobre lo ocurrido, brindando información de acuerdo a la edad y forma de ser de cada niño.
- No exponerlos a escenas violentas y dramáticas que pasan en la televisión. En caso de que las vean, hablar de manera breve y adecuada para su edad, sobre lo que ha ocurrido y sobre lo que sienten.
- Hablar con ellos sobre las medidas de seguridad que están haciendo como familia para protegerlos. Hacer que se sientan cuidados y tranquilos.
En adultos
- Es normal sentirse angustiado, triste y con miedo ante lo que acaba de suceder.
- Escuchar todo lo que tenga que decir la persona afectada sobre lo que siente y piensa. No interrumpir, ni culpar ni desvalorizar lo que nos está diciendo.
- No dar consejos si no los piden.
- Validar lo que la persona está sintiendo, por ejemplo: “Es normal que sientas miedo”.
- Compartir experiencias y ser empático: “Yo también sentí miedo, es algo que seguramente muchos sentimos”.
- Preguntar cómo puede ayudar.
- Crear redes de apoyo con familiares y amigos, por ejemplo, planear actividades en grupo como comer juntos.
- Si alguien no quiere hablar de lo ocurrido, respetar su espacio.
En algunos casos estos síntomas son pasajeros, sin embargo, hay que estar atentos para que no se vuelvan crónicos, en caso de ser así, es recomendable buscar ayuda profesional.