Cementerio de mascotas famosas como Rin Tin Tin
El cementerio Asnières, en París, es una muestra de hasta dónde puede llegar la relación afectiva entre dueños y mascotas.
El pastor alemán Rin Tin Tin, estrella cinematográfica de la década de 1920, y las mascotas de Alexandre Dumas y Michel Houellebecq figuran entre los miles de animales que descansan en paz en el cementerio zoológico de Asnières, el más antiguo del mundo y situado a las afueras de París.
Creado en 1899 por la feminista Marguerite Durand y el filántropo Georges Harmois, el cementerio Asnières, al oeste de París, es una muestra de hasta dónde puede llegar la relación afectiva entre dueños y mascotas.
«Es un bello lugar, muy emotivo. Nosotros perdimos a nuestra pequeña perra hace un año y nos gustaría que fuera enterrada aquí para dejar un lugar a sus hijos y nietos», comentó a Efe Christine Losa, de visita por la zona junto a su marido.
Por veinte años, mil 650 euros para los ejemplares de tamaño pequeño
Si Losa se decide finalmente a sepultar los restos de su can, pagará entre 148 y 297 euros anuales para alquilar un espacio, según el tamaño del animal.
Y supondría un gasto, de entre 500 y 900 euros, comprar la sepultura.
Para las concesiones a 20 años, el precio medio puede oscilar en torno a los mil 650 euros para los ejemplares de tamaño pequeño.
Una inversión que han realizado muchos dueños en honor a sus ‘familiares’ de cuatro patas, entre los que están célebres escritores, músicos o aristócratas.
Dumas, novelista autor de los Tres Mosqueteros, sepultó a su mascota en Asnières, así como el polémico escritor Houellebecq, quien en 2011 enterró a su can Clément, un Corgi galés.
«El perro es una máquina de amar. En un perro puedes confiar, contrariamente a los humanos», llegó a decir el autor de «Sumisión» y «Las Partículas Elementales».
Prestigiosa trayectoria profesional
Sin embargo, algunos de los animales que reposan en el lugar, a semejanza de un cementerio de personas, no deben su prestigio a ser ‘mascotas de’ sino, más bien, a haberse labrado una prestigiosa trayectoria profesional.
De entre los que han subido a escenarios de teatro o actuado en películas, destaca entre los más conocidos el pastor alemán Rin Tin Tin, estrella cinematográfica de la década de 1920 y que incluso goza de una estrella de la fama en Hollywood.
Otros descansan en este cementerio ubicado al borde del Sena como premio a su heroicidad en el campo de batalla o en operaciones de rescate.
Es el caso del ‘mejor amigo del hombre’ llamado Barry, homenajeado con un gran monumento a la entrada del cementerio después de que este San Bernardo, perteneciente a los monjes del hospicio de Grand-Saint-Bernard, salvara la vida a 40 personas en 1814 en las cumbres entre Suiza e Italia, según reza la leyenda.
La mayoría de las tumbas son de perros y gatos, pero hay otras de pájaros y hasta caballos
El camposanto, con una capacidad de 2 mil 700 emplazamientos, cuenta en su mayor parte con concesiones dedicadas a canes y gatos, pero también se pueden encontrar tumbas de pájaros, conejos, tortugas, cerdos de indias, caballos, poneys, una oveja e, incluso, un mono.
«Me has dado diez años de amor», «Max, un día volveremos a estar juntos» o «Tu despedida devastó mi corazón» son algunos de los epitafios más íntimos con los que los dueños obsequian a sus compañeros de cuatro patas.
El cementerio de mascotas, desconocido para el gran público, tiene una larga historia, recordó a Efe Isabelle Havez, responsable de patrimonio en la alcaldía de Asnières.
«Parece que, de hecho, este es el primer camposanto» para mascotas en el mundo, aseveró Havez, quien recordó que en su origen estuvo una ley que databa del 21 de junio de 1898 que autorizaba enterrar a animales domésticos.
Este sentimiento por los animales no es bien visto por todos
La exhibición de sentimientos de los amos por sus seres peludos no recibe la aprobación de todo el mundo, como es el caso del etnólogo y antropólogo Jean-Pierre Digard quien, en declaraciones al diario Libération, afirmó que existe una «confusión» de algunas personas en su forma de tratar a sus animales domésticos.
«Algunas personas confunden y sustituyen sus familiares vivos o fallecidos por sus mascotas, afirmó Digard, quien recalcó su desacuerdo con esta exhibición de amor de los dueños.
Para él, no se debe «situar» en pie de igualdad a humanos y animales.
EFE/GENTE/Marco Sanz