Nahui Olin «Una mirada infinita»

Cuando se nace con el disfraz de mujer pegado a la piel, entonces hay que considerar que además de las implicaciones naturales, habrá que hacer algunos otros sacrificios, como por ejemplo, separar la belleza de la inteligencia, porque ambos atributos no pueden coexistir.

Más allá de la belleza

Al menos eso es lo que dictan algunas leyes tácitas de la vida a las que nos hemos ido adaptando sin cuestionarnos nada, pero personajes como Carmen Mondragón, mejor conocida como Nahui Olin, pareciera que nacieron justo no solo para cuestionarse esas ridículas normas, sino que además vinieron al mundo a romperlas.

Hija del general porfirista Manuel Mondragón y Mercedes Valseca, creció al interior de una familia burguesa que desde muy joven le inculcó valores estéticos y una refinada educación artística, así aprendió danza, música, poesía y literatura desde una tierna edad. Aunado a esto, Carmen Mondragón pasa la mayor parte e su infancia en París, donde tiene la oportunidad de conocer a grandes personalidades de la época, tales como Diego Rivera, Henri Matisse, o Picasso.

Luego de una breve estancia en la Ciudad de México, siendo aún muy joven conoce a Manuel Rodríguez Lozano con quien contrae nupcias; más  la cereza en el pastel viene cuando durante la Segunda Guerra Mundial, ella y su ahora esposo deben mudarse por seguridad a un recóndito pueblo del país Vasco llamado San Sebastián, donde Carmen se rodea al fin de personas con las que se siente identificada por su ansiedad salvaje de crear, así ,tanto ella como su esposo comienzan a pintar a partir de sus estancias y visitas a centros culturales donde se rumora que la artista tuvo también un primer acercamiento al feminismo.

El renacimiento

Al volver a México, Carmen Mondragón conoce a Gerardo Murillo, conocido como Doctor Atl, de quien queda completamente cautivada. Este acontecimiento le lleva a divorciarse de Rodríguez Lozano, a quien se le liga sentimentalmente con la mecenas de Los Contemporáneos, Antonieta Rivas Mercado.

En ese breve lapso en el cual convivieron, la también modelo sufre una metamorfosis a nivel intelectual y espiritual. Comienza a cultivarse en ciencia y al momento de publicar Óptica cerebral, ya todo el mundo estaba empapado de la nueva Teoría de la Relatividad. Es por eso que sus poemas dinámicos están conformado por una cuidadosa jerga científica con la que la autora juega para mimetizar la voz de una época con la suya.

Nahui Olin, la artista opacada por su propia belleza

Su obra pictórica ha sido redescubierta y revalorada. Considerada exponente del naif, por su trazo burdo, lejano a a la realidad pero cercano a la mirada infantil, Nahui Olin deja un sinnúmero de piezas en las que retrata algunas escenas cotidianas o callejeras. Algunos episodios tradicionales como bodas, fiestas de pueblo, corridas de toro, hasta las más insignificantes reuniones familiares. En otra parte de su trabajo, menos naif, podemos observar ejercicios eróticos donde su cuerpo sirvió en muchas ocasiones de pretexto para experimentar sus propias fantasías pictóricas.

Carmen Mondragón era poseedora de una belleza singular que cautivó a muchos hombres, belleza que sirvió para ser inmortalizada en una enorme cantidad de fotografías, tomadas en su mayoría por Antonio Garduño quien captó la esencia femenina de esta fascinante mujer.

La obra literaria y pictórica de Nahui Olin, así como la exhibición de sus estudios fotográficos completos se encuentra actualmente expuesta en el Museo Nacional de Arte hasta el 9 de septiembre.

SNPSMX/EVENTOS/ Alex Avilés