La mejor precampaña
Sin Muros
Por Guillermo Ochoa
Cuando faltan 159 días para las elecciones, es buen momento para hacer un corte de caja sobre la carrera presidencial. Desde luego, apenas vamos en la primera curva del circuito. Es más, según las absurdas reglas de nuestro sistema electoral, ni siquiera estamos en periodo de campañas, sino que apenas vamos en las “pre”. Se supone que los precandidatos le están hablando a los militantes y delegados de los partidos que los postularán, aunque habría que avisarle -tanto a los árbitros electorales como a los propios suspirantes- que son candidatos únicos. Uno más de los sinsentidos de nuestra realidad democrática.
Vale la pena analizar cuál de los “pres” ha aprovechado mejor este periodo. ¿Quién diría usted que ha logrado impactar de mejor manera en la opinión pública? Las encuestas nos pueden dar una idea, pero sabemos que cada una responde a una metodología distinta y, en muchos casos, a algún propósito oculto. Finalmente, como dicen los políticos cuyos números no levantan, en una más de sus frases hechas, “la única encuesta que vale es la del día de la elección”.
Ricardo Anaya ha tenido un arranque positivo en la contienda. Con muy buena oratoria y mucho que ganar en términos de popularidad, ha enfocado su discurso en las carencias sociales y las debilidades de sus adversarios. Se trata de un personaje que logra transmitir y conectar. Sabe que su objetivo es consolidarse como la opción alterna a una carrera que, en principio, parecía de dos. Hasta el momento, el impacto de la desbandada panista no se ha visto reflejado en su posición. Su reto será demostrar que es más que una imagen fresca, y minimizar su falta de experiencia en puestos públicos.
José Antonio Meade ha arrancado lento. Ha cuidado mucho la reglamentación electoral y dirige su mensaje a los militantes. Su mercadotecnia política ha sido rebasada por los tiempos y su spot deseando un feliz año nuevo se transmitió hasta hace algunos días. Al parecer, la estrategia será evidenciar la falta de propuestas para combatir el rezago en diferentes ámbitos y presumir su mayor fortaleza: el conocimiento profundo de las entrañas de la administración pública federal. Su principal reto: aligerar el lastre que significa la marca tricolor.
Andrés Manuel López Obrador busca mantener su posición de liderazgo en las encuestas haciendo lo mismo que ha venido haciendo por más de una década. Señala los problemas, los privilegios, la corrupción, pero no dice cómo los resolverá. Las ideas que ha manifestado han sido interpretadas como verdaderas ocurrencias. Su discurso de la “oleada de amor” que mágicamente terminaría con la delincuencia y la violencia pretende aminorar el efecto de la división y la polarización que profesa desde hace años. El reto: evitar la autodestrucción.
Naturalmente, acorde al nivel de nuestra política, la descalificación y los señalamientos son, hasta el momento, las principales herramientas en el ring. El deseo -pecando de optimista- es que enfrentemos campañas que se centren en el qué y el cómo. Que tengamos las bases para saber quién es el más capaz, y no el menos enlodado.